Adecuando el término de otredad al contexto latinoamericano, específicamente en Sudamérica, podríamos comprobar la existencia de un proceso que conceptualizamos como “Contraotredad”, que habla básicamente del proceso opuesto al que hemos mencionado anteriormente. De esta manera encontramos, a diferencia de lo que sucede entre EEUU y México, una frontera que se inserta dentro de un contexto diferente, que posee ciertas características las cuales se conjugan para finalmente llegar a unificar territorios y a la vez potenciándolos de manera que se generan procesos sinergéticos dentro de los mismos, conformando una sola entidad territorial. Por lo tanto, se crea un área fronteriza nueva, diferente al límite administrativo, pero que esta potenciado por este ultimo; un área limítrofe que contiene dentro de su territorio un sin número de variables que son homogéneas y finalmente llegan a dar forma a lo que podría denominarse como “Frontera Integradora”, es decir, que no separan ni diferencian, sino que reúnen culturas o territorios que actualmente son diferentes, pero que tienen el elemento en común que se sienten fuera de la realidad de su propio país, producto de una serie de consecuencia que van de la mano con la realidad en la que se encuentran, como por ejemplo, distancia con el centro urbano mayor, poca conectividad, dureza del medio físico y geográfico, entre otras. Esto genera una especie de complicidad entre las ciudades limítrofes, supliendo de esta manera las necesidades que ambas tienen de generar potencialidades, generando finalmente todo tipo de relaciones y en especial un fuerte intercambio comercial y potenciación con otras localidades. Tenemos que entender por otro lado, que para que exista un sentimiento de Contraotredad, obligatoriamente tiene que haber uno de otredad dentro de la sociedad fronteriza, producto de que tiene que haber un sentimiento de sentirse parte de una minoría o de constituir un “otro” respecto al resto del territorio; en este caso el “otro” sería la frontera. En relación a esto reforzamos la teoría de que exista una complicidad entre los territorios fronterizos, producto de este sentimiento de sentirse no integrado al resto de la sociedad, ya que ambos ven más cercano al contexto en el cual están insertos y a su realidad cultural su territorio fronterizo opuesto, el frente territorial contrario. Por esta razón es que estos territorios fronterizos son propensos a generar fenómenos de hibridación, en donde se conjugan elementos que son diferentes, propios de cada territorio, pero que a la vez se van relacionando e integrando; sus arraigos culturales o históricos se van complementando, desde su condición original; su cultura madre se comienza a reestructurar, sin embargo continúa existiendo, aunque de forma alterada pero sin perder su base por lo que los elementos se conjugan armónicamente (como el caso del altiplano chileno, argentino y boliviano).
De acuerdo a este concepto, entendemos que el relación de complejidad que hay entre los territorios fronterizo es algo necesario para lo existencia de estos mismo, por lo que genera un sentimiento de territorialidad dentro del área y especie de “amistad” entre localidad, cosa que se contrapone muchas veces con la tensión geopolítica proveniente de los estados que están a la cabeza de estas localidad. Desde este punto de vista ¿Es conveniente para el estado que exista esta relación de complicidad y Contraotredad dentro de territorios fronterizas? Y por otro lado ¿es medible este concepto de Contraotredad en términos cualitativos y cuantitativos?
Comenten. Hasta la próxima.